Antes de hacer nada, consúltalo con la almohada, dice un refrán. ¿Cuántas decisiones habrán tomado desde la cama presidentes, artistas y otros personajes históricos? Ha llegado el día de dejar de mirar por la cerradura y adentrarse en los aposentos de verdaderas celebridades para comprender cómo descansaban y el papel que desempeñó la cama en sus vidas.
En agosto de 48 a. C., el ilustre emperador Julio César llegó a Alejandría. Desde su primer encuentro con Cleopatra, suceso marcado por su manera de colarse en los aposentos del romano, enrollada en una alfombra para ganarse sus favores y destronar a su hermano Ptolomeo XIII, se ha fantaseado sobre el lecho de la egipcia, insuflando en el imaginario colectivo ideas de opulencia y seducción. Aunque el lujo estaría presente, en realidad no tenemos una descripción detallada o una representación precisa de su cama, por lo que gran parte de nuestra comprensión se basa en las descripciones generales de la época.
A ciencia cierta sabemos que eran menos sofisticadas que las de hoy en día: antiguamente se construían de madera, también existen ejemplos en alabastro, y se caracterizaban por poseer una estructura que sostiene una columna de poca altura, coronada por un cabecero curvado. La disparidad con la de Cleopatra posiblemente se halle en su tallado: con intrincados diseños y adornos dorados, elevada sobre un pedestal y cubierta de un dosel. Así nos la podemos representar, dada la escasez de información, ventana abierta para que Hollywood introduzca en sus películas los elementos más anacrónicos.
Sin ir más lejos, la última película de Ridley Scott, Napoleón, saltó a la palestra por su bajo rigor histórico. En el film se alude al incidente de la cama, cuando la madre del córcego insta a su hijo a perpetrar un affaire que diese un heredero a Francia. ¿Aconteció este episodio? Aunque no hay pruebas fehacientes (sí de las infidelidades de ambos), es indiscutible que caeríamos en un error vinculando a Napoleón con la lujuria. A diferencia del de la faraona que despierta las delicias de la sensualidad, el lecho de Napoleón sugiere ridiculez y burla.
¿Por qué desata tantas bromas? Comenzando por su ineptitud en los asuntos carnales, de Bonaparte se ríe el mundo a raíz de la creencia de que su cama era proporcionalmente diminuta. Pero si ponemos su altura en contexto, el general medía alrededor de 1,68 metros, ‘superando la estatura promedio de los soldados franceses en la batalla de Waterloo’, según afirma el historiador Zack White.
Nuevamente, el mito se impone a los hechos y, en este sentido, tampoco podemos hablar de la cama de Napoleón, sino de varias que ocupó durante sus distintas estancias en el palacio de Saint-Cloud, de Tullerías o de Fontainebleau. En ellas se repite el patrón de la riqueza, como se ve en una publicación de la revista OpenEdition Journals, “Le lit de Napoléon et de Louis XVIII à Saint-Cloud retrouvé”, donde analizan algunas de sus camas, cuyos adornos esculpidos (ganchos, palmetas, estrellas y cabezas de mujeres) se inspiran en la Antigüedad, el bronce recubre las patas y la estructura de sujeción. Por aquel entonces, la forma de estos muebles recuerdan a un diván, pero envuelto de un dosel de terciopelo con motivos florales, a juego con las fundas.
El arte del descanso
Dejando a un lado la grandeza de los emperadores, mucho más modesta es la cama de una de las habitaciones más famosas de la historia: la de Van Gogh. El dormitorio de Arlés, cuadro con tres versiones porque la primera sufrió deterioros a causa de una inundación provocando que el pintor decidiera crear otros dos, nació del deseo de retratar su refugio. Cabe recordar la importancia de las enfermedades mentales del neerlandés, quien tal vez padecía un trastorno bipolar. Por consiguiente, su alcoba fue un templo de paz y lo intentó transmitir en su composición cromática. El amarillo, su color favorio, está presente en las sillas y, por supuesto, en el somier de la cama, ¿casualidad?
Medio siglo separa el lecho de Vicent con el de Napoléon, pero en la obra del posimpresionista ya vemos retazos actuales en la concepción del mueble:
- Medidas: podemos figurarnos su anchura de 90 centímetros, el tamaño estándar para uso individual.
- Estructura: cuatro patas, un cabecero y su pie de cama.
- Colchón: encima de un somier de madera.
- Colocación: arrinconado en una esquina.
En el genio Van Gogh perduran las comodidades básicas de este lugar destinado, principalmente, al descanso. Sin embargo, para un miembro de los Beatles no fue un simple cobijo de sueños, sino un recinto de reivindicación.
En el hotel Hilton de Ámsterdam, entre el 25 al 31 de marzo de 1969, John Lennon y Yoko Ono organizaron el ‘Bed-In for Peace’ una protesta pacífica contra la guerra de Vietnam. Se encerraron en la suite presidencial e invitaron a activistas, políticos, artistas y medios de comunicación para conceder entrevistas y promover su mensaje de paz. También compusieron y grabaron la famosa canción ‘Give Peace a Chance’, convirtiéndose en un himno de la contracultura y un símbolo del movimiento pacifista.
Esta cama, al contrario que las demás, contaba con unas dimensiones mayores, concediendo un espacio suficiente para dos personas e incluso más. Porque su objetivo era representar un amor inmenso en el que cabe todo el mundo, un amor sin fronteras, libre, desinteresado, igualitario. Solo renunciando a su intimidad durante una semana, la pareja logró dejar una huella eterna e indeleble en el corazón de la humanidad. Demostrando que desde la cama, sobre un colchón, se puede cambiar el transcurso de la historia.